Para hacerme entender la importancia de decirle a los demás que tengo Parkinson me contó lo que vivió en un casamiento. Se encontró con un viejo amigo y esté la “asistió” durante toda la noche, le acercó una copa de vino, le encantó un buen asiento donde estar cómoda para ver a todos bailar, y la llevó a la pista sin pudor. Al despedirse, ella le agradeció por haberla cuidado, a lo que el le respondió dulcemente: “no te cuidé, te disfruté”. Y yo me emociono mientras tecleo estas líneas en mi teléfono, parada en la fila de la farmacia para comprar mis medicamentos que minimizan los síntomas del Parkinson.